David Beckham llegó al fútbol de los EEUU para levantarlo, crear consumidores y adictos a él y empezar a generar una rueda que no rodó ni con una Copa del Mundo en el 94`. A cambio, le entran en el bolsillo 50 millones de dólares por temporada. Cuando llegó al club, Los Angeles Galaxy (ése que preside el central devenido empresario Alexi Lalas, ¿lo recuerda?) venía mal, muy mal. Con él, sumaron seis derrotas consecutivas más (tres con él en la cancha). El Spice Boy ahora no juega por una lesión ligamentaria en su rodilla.

Becks es el trabajador más caro de la historia. Y podría, con su espalda repleta de marketing, hacer levantar al fútbol norteamericano. Mark Whicker, un columnista deportivo, se preguntaba: "¿Por qué el soccer es tan popular alrededor del mundo y apenas una idea acá? Esa pregunta sólo puede responderse con otra pregunta: ¿por qué Estados Unidos es el país más importante del mundo?".

Michael Arace, columnista de The Columbus Post, hace un balance perfecto acerca de la Major League Soccer... "Lo que era una vez un objeto de desprecio convertido en un mal necesario fue luego, para muchos, una desviación bastante agradable... A pesar del crecimiento del juego, la Liga Principal no ha alcanzado la corriente principal. Hay mamás y papás que entrenan fútbol, pero no saben donde Salt Lake juega. El MLS sólo resuena a menos que algo en la liga salga mal y se haga noticia". ¿Qué es lo que ahora tienen en vilo a todos? David Beckham, ese producto que hoy no funciona porque sus ligamentos no se lo permiten.

Las entradas se agotaron para los próximos partidos de LA Galaxy. Sin Beckham, probablemente, la mayoría desista de ir.

No pasa sólo en los Estados Unidos. Si no hay "estrellas" no hay consumidores. De eso se trata, el deporte y la TV de hoy: de hacer del público un espectador. Y, si es posible, hacerlo sentir de lujo. Sin Beckhams hoy no es posible. Está lesionado.