A minutos de la derrota de Boca frente al Milan por el Mundial de Clubes, vale hacer unos comentarios. Desde mediados de año se habla de que si Miguel Angel Russo, técnico de Boca, no ganaba este campeonato no continuaría en el club Xeneize. Parece raro que un tipo que ganó uno de los dos torneos más importantes para un equipo sudamericano se vaya por la ventana por no ganar ¡Un partido!.

Y ahí nomás empiezan las miradas sobre la prensa. "La culpa es de los periodistas que inventan cualquier cosa para vender más", dice un hincha que no entiende por qué se cuestiona a ese técnico campeón. ¿Es todo responsabilidad de la prensa?

Acá viene una defensa cuasi corporativa. Es cierto que muchos colegas inventan para tener una mejor nota; también es cierto que otros se agarran de un pequeño comentario de alguien para crear una historia que no tiene la magnitud que se le pretende dar. Pero la realidad es que esas noticias, esas mentiras o verdades relativas, no llegan a mucho si no tienen un respaldo real.

Hoy se habla del final de la gestión Russo no porque a la prensa le convenga decirlo, sino porque los dirigentes lo dicen; porque los dirigentes de Boca aseguran que "van a hacer un balance". Y "hacer un balance" implica que su continuidad está en duda; después de todo, los dirigentes de Lanús o Arsenal no se van a sentar a analizar la continuidad de sus técnicos.

¿Cómo se termina con un rumor? Con una conferencia de prensa en que el dirigente máximo -en este caso, el presidente de Boca, Pedro Pompilio- diga claramente: "Russo ganó la Copa Libertadores en su primer año al frente del plantel y eso lo hace un técnico exitoso. Por lo tanto, tiene su continuidad garantizada, independientemente del resultado del mundial de clubes".

Pero eso no pasó. Y no es por un descuido: Boca tiene suficientes agentes de prensa y especialistas en comunicación como para que esto no pase. Por lo tanto, señores, no matemos al mensajero.