Macri en Capital, el ARI en Tierra del Fuego, el MPN en Neuquén, el socialismo en Santa Fé, el radicalismo (aunque sea K) en otros cinco distritos. Sumado a esto el heterogéneo peronismo que oscila entre kirchneristas, aliados y anti.
No sé en qué va a terminar todo esto, pero lo cierto es que estamos entrando en una etapa de un pluralismo sin precedentes: ya no hay camisetas, ni ideologías, ni líderes autoritarios.
Pero ojo. El triunfo del domingo no es de Macri, ni de Michetti, ni del PRO, ni un voto anti K, ni de la derecha o el salto al bache: es una suma de todo eso. El triunfo de Ríos en Tierra del Fuego no es de Ríos, ni de Carrió, ni del ARI, ni anti K, ni anti Cóccaro: es una suma de todo eso.
Por eso, tienen que tener cuidado quienes pretenden trasladar estos resultados a un escenario nacional donde los valores que se juegan son otros. No me parece correcto simplificar el voto de ayer diciendo que en octubre el oficialismo va a perder.
Lo que pasó ayer fue interesante. Pero "va a estar buena la Argentina" cuando los políticos, analistas y chupamedias de turno aprendan a leer sin exitismos los resultados electorales.