Error del árbitro, Rafael Furchi, por estar lejos de la jugada en la que le cometen foul a Marco Ruben.
Error del línea, Carlos Qualizza, por ver una jugada adentro cuando fue afuera.
Error del periodismo. Que le informa al banco de suplentes que el foul había sido afuera cuando el árbitro había cobrado adentro.
Error del técnico de Chicago de meterse en la cancha y pedirle al árbitro que le pregunte al movilero por la jugada (el árbitro no puede consultar a la tecnología).
Error de los jugadores de Chicago de no dejar patear el penal por más de 15 minutos.
Error del jugador de Chicago, Carranza, que se quedó adentro de la cancha durante la primera ejecución y pudo haberse perdido el último encuentro, clave por el descenso, frente a Newell´s, si le sacaban la segunda amarilla.
Error de Furchi por no haberlo amonestado.
Error del resto del plantel de Chicago de pedirle a Paulo Ferrari que errara el penal.
Error de Rafael Furchi de permitir que se demorara tanto una ejecución y no amagar con suspenderlo.
Error de Carlos Ramacciotti, DT de Chicago, de amenazar a Ferrari con que “no se va nadie" si hacía el gol.
Error del plantel de Chicago de querer recusar un partido que perdió legitimamente en medio de una injusticia manifiesta, como tantas otras que sucenden por errores del ojo humano (¿cuándo va a llegar la tecnología?)
El error es del fútbol argentino que así, con esta enfermedad y esta agonía, no puede seguir. O seguiremos cayendo en el mismo error de siempre: la locura del error.
miércoles, junio 13, 2007
La sucesión de errores en el final de Chicago-River
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