A veces, dicen, un buen representante hace maravillas. No tenerlo es arriesgarse a mucho: ya no importa solamente el cómo sino también de qué manera. "Medís 1,70 ya tenés un lugar asegurado", me dijo un taxista hace 6 años. Yo me reí. Y me dijo que jugaba Burdisso porque era alto. También me reí: no conocía bien a Burdisso.
Lo cierto es que el taxista tenía razón en algo: más allá de la estatura, decía un comentario con altura. Una buena vidriera hace al local. Y en eso, Guillermo Tofoni, representante de World Eleven, una empresa que le organiza los amistosos a la Selección (de escasa jerarquía la mayoría), ahora nos enseña una vez más sus artimañas de marketing.
Bernardo Leyenda se inició en Vélez, pasó por el Leganés de Grinbank, volvió a Banfield, pasó por Independiente, la hinchada lo linchó y le dio la oportunidad a Ustari... y ahí mismo recayó en River. Estuvo dos años jugando en Reserva por un préstamo barato y una opción de compra irrisoria (300 mil dólares). Pero estaba en River.
Nunca jugó. Siempre me pregunto cómo hay jugadores que cambian de club, no juegan nunca y los siguen eligiendo. Después me di cuenta de que esto jamás fue así y que optan por una buena relación a cambio de un buen trato y privilegio ante una figura inminente y, claro, circunstancial.
Bernardo ahora recayó en Racing. Y no deja de sorprenderme que un arquero con pocos pergaminos pase a ser Leyenda.
martes, febrero 12, 2008
Una Leyenda del fútbol
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