Ya lo dije alguna vez: despacio, que despacio se llega. Argentina va por una autopista al Mundial de Sudáfrica. Todavía hay mucha diferencia entre nuestra Selección, Brasil y el resto. Eso es una virtud propia y propia de una gran desorganización ajena.

Ayer no hubo atajadas y sin embargo Argentina perdió 2 a 1. Virtud de las defensas, defecto de los delanteros (ay, lo que perdieron Messi y Riquelme... ¿se les puede decir algo? No), los dos arqueros invictos de las Eliminatorias no mantuvieron su arco en cero y tampoco pudieron evitar nada. Si apenas la dinámica misma del fútbol puede explicar que Colombia haya ganado 2 a 1. No hubo superioridad, no hubo dominio, pero hubo tres goles. Tres jugadas, bah, que terminaron en gol.

Creo que Riquelme debió haber salido. Estaba cansado. Pero también creo que en un partido de situaciones, Román era un buen oportunista (debió pensar Basile, comparto). Pero estaba cansado, repito. La altura debió jugar una mala pasada, también: con diez hombres y aguantando, faltó resto. Y restó.

Messi se desdibujó yendo de centro delantero. Lo raro es que apenas el local convirtió, la Pulga se volvió a tirar de costado y volvió a gravitar; algo que no había hecho en esa prolongada laguna desde que erró su gol en el ST hasta que fabricó una jugada por izquierda sobre el final.

Perdió Argentina por jugadas, no por estructura. Y eso es circunstancial. Apenas creo que la tapa del El Colombiano define mejor que nadie (en un Olé cafetero) lo que pasó ayer con la Selección.