En otro post de este blog hablamos de lo difícil que es tramitar el título de la Facultad. Ahora, explicaré (a mí modo) lo duro que es sacar el pasaporte.
Lo primero que ves es una cola. Una larga cola. Una cola que preocupa y que se agranda cada vez más sobre si venís caminando por Azopardo desde el costado que asoma a La Boca. Gente y gente. Yo fui por un conocido: sabía que quizás me podría ahorrar todo ese maldito laberinto que empezaba a formar la gente. Gente a la cual uno ve como rival: empieza la ley de la selva.
Busqué a un subcomisario que va "día por medio", me dijeron después. Tampoco importaba mucho: en la burocracia lo que vale es la tarjeta, la presentación; no encontrar a alguien, sino el objetivo. Hice una cola heterógenea: pensé que todos estaban buscando al mismo tipo, pero no. Uno siempre piensa, en la multitud, que todos están para lo mismo que uno, y ahí se incrementa el fastidio. "Esto en Malasia no pasa", me dice un argento con estilo europeo. Su ropa no parece comprada en Once.
"Completá esto y entregalo en mesa 1", me dice una señora dedicada a atender y derivar. En eso consiste su rutinario trabajo en el inmenso aparato del Estado. Ya evité el primer laberinto.
Mesa 1, mesa 1. No hay ningún cartel que diga "mesas", pero sí "1". Espero de costado, esperando a que la señora que atiende y también deriva me mire de reojo. No lo hace. "Chiquito, ¿querés hacer una consulta o qué?", me dice una señora que no me soporta porque estoy para lo mismo que ella (y encima adelante). Detrás de ella hay una inmensa cola. Son diez personas nomás, pero los tiempos que tarda la señora que atiende, atiende y atiende, pero tarda en derivar, la hacen más larga.
En la fila espero. Me encuentro con el mismo tipo que aparenta haber estado en Malasia. "En Malasia hay un chip que ponés el pasaporte y pasás... ¿Qué es todo esto?", me pregunta señalando sus miles de fotocopias y papeles agarrados en un sobre marrón. Nunca comprobaré lo del pasaporte malayo, pero todos nos creemos: cualquier cosa que sirve para pasar el tiempo, se transforma en una fe ciega.
Detrás mío está Ulanovsky, el periodista. No es él, pero prefiero creer que lo es. Se queja mucho. Después me cuenta que es de Ruffino, "Santa Fe", le completo (siempre soñé con completar la provincia después de una ciudad, por eso soy conductor de un programa de radio).
Ulanovsky se queja mucho. Se tomó el "bus" temprano a Buenos Aires porque "tiene que viajar" y acá tardan menos en hacerle el pasaporte. Al lado nuestra fila está la caja de pagos. Un cartel pide que se haga una fila detrás. Pero no hay cola para pagar. Entonces, la gente confunde esa fila que no existe con la nuestra y nos pregunta todo el tiempo "sieslafilaparapagar". "No. Es al lado", repite hasta el cansancio Ulanovsky.
Allí, en la caja, hay dos señoras: tienen el poder de atenderte y seguir hablando entre ellas. Toman mate. Comen Talitas. Una se prepara para el verano incipiente y come manzana. Es la misma que se ríe muy fuerte y grita "el siguiente". Pasó 1:30 de mi espera. La señora de la caja 1 me dice que ahora me van a atender, pero "en la caja 2". Ella se va con dos botellitas de agua vacías (una Glaciar, otra Villa del Sur) a rellenarlas. Mi turno. No tengo fotocopia del DNI. Voy a una cuadra y media a sacar; también del pasaporte. Casi saco fotos 4x4 por las dudas. La falta de carteles y señalizaciones provoca esto: ante el miedo de perder un segundo más, "hayquetenertodoporlasdudas".
Por fin paso a la fila de pagos que ya sabía que no era la misma que yo había hecho. Por suerte no me recibe la que se ríe mucho y no te mira cuando te atiende.
Paso a la siguiente parte: un montón de gente esperando por número. Yo no tengo número. Pero tengo un contacto. Me atienden rápido. Me sacan foto. ¿Por qué hay tanta gente allá afuera? "La gente común saca número", me dice la especialista en sacar foto. La gente común, la gente común.
Llego al final: un tipo me agarra los dedos, me los mancha y me los hace poner uno a uno en una hoja. Dos veces. Me provoca: "A los que dudamos de su honestidad, les hacemos hacerlo (sic) dos veces". ¿Listo? Sí, listo. ¿Y mi pasaporte?
"Te lo mandan a tu casa". ¿Cuándo, cuándo? "30 días hábiles". Plop.
miércoles, octubre 17, 2007
Odisea burocrática: sacar el pasaporte
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2 comentarios:
vidu. Ponete ya a laburar!
Tu jefe
tá maire Carmelouuuuuuuu, en toitas partes es idemmm
y a vos, jefe de arriba, jejjee, dejá que el pibe saque sus broncas, jejejejeje
Ladyvina C
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